Andrea M. Navarro (AK-ch8), hija de Tino, comparte con nosotros una poesía dedicada a su padre, enfermo de ELA: “Pienso que la conclusión es importante: esta enfermedad se apodera del cuerpo, pero no necesariamente de la persona”. Te animamos a leer este poema y a dejar tus comentarios.
“Empieza por el hombro” por AK-ch8
Se te rompe el cuerpo. Y empieza por el hombro y acaba por el hombre. Te muerde y baja y constriñe y aprieta. Y sigue por el brazo y llega hasta la mano y no pierdes los dedos pero pierdes los dedos y toda la extremidad y en picado la pierna. Ya no instalas ventiladores de techo.
Se te han quemado las aspas y la glotis que se cierra y el pecho, los pulmones, la tráquea, el esófago: te falta el aire. Y eso que tú no creías en el bazo. Como una negación alterna, un rebote bidimensional para llenarte de Fortimel.
Te cubres el cuerpo de grasa. Así se te ve saludable. En un plano estático: imagen fija. ¡Nunca estuviste tan guapo! Con una extremidad que te cuelga y el pie torcido. Ya no das saltos con los enchufes: epilepsia y sarcasmo.
Adolonta, Lyrica, Premax. Terciopelo.
Relojes de pana ahora que ya no te pones el chaleco. Quizás los vaqueros te queden pequeños y el cinturón y solo ya, hasta cuándo: la medida del pijama.
Premax, Lyrica, Adolonta. Caramelos.
Laxante en sobre porque tú nunca.
Y te vas llenando de grasa y cada vez tienes menos carne y se te consume, se evapora y se arde. Ya no sales a la calle. Y no te lloras. Porque cada vez queda. Porque se te llenará el volumen de humo y dejarás caspa en la almohada y estarás.
Como un pollo en el congelador. El perro que tuvimos y que luego se quedó suspendido en el aire.
Se te rompe el cuerpo. Y empieza por el hombro.
Empieza por el hombro.
Pero no acaba con el hombre.